Su modo de uso es básicamente el mismo siempre, se retira la protección, se pone en funcionamiento, se introduce en el oído y se pulsa el botón para iniciar la lectura. En segundos, un pitido indicará que ya está listo, y se puede leer el resultado en la pantalla digital.
Por eso, el termómetro de oído se está convirtiendo en algo muy común e los hogares en los que hay niños. Pueden utilizarse en pequeños desde los seis meses de edad y como no molestan y son rápidos, se toleran bastante bien.
Exactitud, como característica principal.
Tienen fama de lo contrario, pero se debe solamente a que todavía no sabemos utilizarlos correctamente. Los termómetros de oído son muy exactos pero son sensibles, por lo que pueden dar una temperatura diferente en cuestión de minutos. Evidentemente, la diferencia solo va a ser de un par de décimas como mucho, pero es posible que la capten.
También ocurre que, de manera natural, el cuerpo humano no tiene la misma temperatura en todas las zonas de su cuerpo, así que la lectura en el oído izquierdo y en el derecho, puede ser diferente. Siempre se debe de tomar en el mismo, para poder realizar una comparativa real.
También hay que asegurarse de que el oído está limpio porque si hay tapones de cera, estos van a influir en la lectura.
Tardan muy poco en dar la lectura.
Todos sabemos que mantener quieto a un niño pequeño es una tarea muy complicada. Los niños se mueven mucho y aunque les pidas que se queden en un lugar unos minuto,s es frecuente que se olviden, haciendo que los termómetros clásicos de axila se muevan o incluso se caigan.
El termómetro de oído solo tarda unos segundos en realizar la lectura, por lo que resulta mucho más sencillo mantener al niño quieto y hacerlo según las instrucciones y bien.
Ventajas respecto a los termómetros de frente.
Podríamos decir que la competencia directa de los termómetros de oído son los de frente, que son capaces de medir la temperatura en la frente incluso sin tocar la piel de la persona, tan solo acercándose y en cuestión de segundos.
Ambos son muy efectivos, pero la ventaja del de oído, respecto del termómetro de frente, radica en que para que este último sea efectivo, el niño y el termómetro deben de estar en la misma habitación durante al menos diez minutos para evitar influencias de la temperatura exterior. Su excesiva sensibilidad puede hacer que se altere según la habitación de la casa en la que se encuentre.